domingo, 27 de agosto de 2017

Identificación biométrica: qué es, cómo funciona y cuáles son sus riesgos


¿Qué tipos de variables físicas pueden usarse para identificarnos como quienes somos realmente? ¿Cuál es el estado del arte y la proyección de esta tecnología?

Lo hemos visto en toda clase de películas de ciencia ficción y series de TV tan exitosas como ‘Black Mirror‘. La biometría hace tiempo que dejó ser propiedad exclusiva del mundo de la fantasía para ser una realidad casi palpable, que nos hará olvidar las contraseñas y cualquier otra forma de identificarnos que no sea con nuestro propio cuerpo.

Abrir la puerta de una zona restringida con nuestro iris, desbloquear el móvil con nuestra huella dactilar o crear una cuenta bancaria con nuestro selfie. Todas estas son posibilidades ya existentes en nuestra vida cotidiana, auspiciadas por firmas de seguridad física, fabricantes como Apple o Samsung y bancos de la talla de CaixaBank.

La biometría, solución para terminar con las contraseñas
Con todas estas ventajas, no es de extrañar que se esté generando un lucrativo negocio en torno a las soluciones de identificación biométrica. Por ejemplo, los pagos móviles biométricos supondrán nada menos que 2.000 millones de dólares durante este año, triplicando las cifras del pasado 2016, según datos de la firma de análisis Juniper Research.

Misma firma que pronostica cómo las apps que emplean sistemas biométricos se dispararán desde las actuales seis millones de descargas a más de 770 millones en apenas unos años.


Tipos de biometría


Aunque normalmente hablamos de la huella dactilar como la fórmula biométrica más inmediata, lo cierto es que hay un sinfín de elementos de nuestro cuerpo humano que nos pueden ayudar a identificarnos tanto en el mundo físico como el digital. Nuestro rostro o el iris pueden ser igual de eficaces que el documento nacional de identidad a la hora de verificar nuestra identidad personal con toda exactitud.

La voz es otra de las fórmulas más exactas a la hora de desarrollar la seguridad del futuro. En concreto, nuestra huella de voz (exclusiva de cada persona) no sólo es un proceso mucho más seguro que las comprobaciones del PIN (vulnerables a ataques de fuerza bruta) o de preguntas de seguridad (vulnerables a técnicas de ingeniería social), sino que permite capturar la huella de voz de los defraudadores que contactan con los sistemas.

E incluso existen soluciones capaces de analizar los patrones de movimiento, únicos para cada persona, en una solución biométrica, permitiendo al usuario emplear el wearable como un sistema de autenticación para sus dispositivos y desbloquearlos sin necesidad de introducir alguna contraseña. Por no hablar de las propuestas que quieren emplear nuestras orejas para reconocernos, mediante una comprobación de la geometría de la oreja y la presión sobre la pantalla de la mejilla del usuario cada vez que éste se disponga a utilizar su teléfono. Firmas como Mastercard también llevan tiempo trabajando en la identificación mediante el ritmo cardíaco de cada persona, el cual consideran “más preciso que una huella dactilar”.

En un futuro, la identificación biométrica perfecta será aquella basada en el ADN, la muestra más única e imposible de replicar del mundo. Sin embargo, el alto coste de esta tecnología para procesos cotidianos, así como la necesidad de hacer pruebas invasivas, siguen siendo lastres demasiado pesados para el despegue de este modelo.

Los riesgos
El recelo y la gestión del cambio cultual entre la sociedad es la clave de los riesgos asociados a la identificación biomética. No en vano, seis de cada diez españoles siguen prefiriendo las contraseñas a los nuevos métodos de autenticación biométrica, como las huellas dactilares o el reconocimiento facial.

Entre sus miedos, los ciudadanos siguen preocupados por el uso que empresas hagan de datos tan personales como estos, así como la potencial imposibilidad de acceder a sus servicios y archivos en caso de sufrir algún problema o malformación física. Por no hablar de los errores que, hoy por hoy, siguen presentando algunas de las soluciones biométricas de más bajo rango, capaces de ser engañadas incluso con fotografías de caras o fotocopias de una huella.

Eso sí: hay razones para el optimismo. De acuerdo a otro estudio, el 73% de los europeos y el 71% de los españoles consideran que la autenticación de dos factores, es decir, combinando la biometría junto a un dispositivo de pago, es una forma segura de confirmar la identidad del titular de la cuenta.

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