Todo comenzó en otoño del año pasado
La Embajada de los Estados Unidos en Cuba lleva varios meses intentando comprender lo que el ex-agente de la CIA Fulton Armstrong ha calificado de “misterio tras misterio tras misterio […] sin explicación razonable”. Todo comenzó en otoño del año pasado, cuando diplomáticos estadounidenses radicados en la isla empezaron a reportar repentinos ‘ataques sónicos’ que les generaban síntomas como fuertes dolores de cabeza o repentina pérdida del equilibrio /o del sentido del oído; incluso dificultades a largo plazo para recordar palabras concretas. Hasta 21 personas habrían sido víctimas de dichos ‘ataques’, que no finalizaron definitivamente hasta abril de este año, ni se hicieron públicos hasta agosto.Las primeras teorías parecían señalar como responsables a dispositivos sofisticados capaces de operar fuera del espectro del sonido audible por los seres humanos
, bien por operar en frecuencias muy bajas (infrasónicas) o muy altas (ultrasónicas). Cuando un infrasonido se dirige contra seres humanos puede resonar en la cavidad del estómago provocando ansiedad o náuseas; pero no generaría pérdida de audición permanente, síntoma que parece encajar mejor con una larga exposición a ultrasonidos. Construir (o adquirir) emisores de ultrasonidos no es demasiado complicado, pero en este caso estaríamos hablando de un dispositivo grande, con un gran consumo de energía y situado en las proximidades del objetivo (los ultrasonidos se llevan mal con barreras como las paredes o las cortinas). Y no se han localizado dispositivos que encajen en dicha descripción, pese a lo difícil que debería ser ocultarlos.Además, la cosa se complica: varios de los afectados presentan también leves lesiones cerebrales como consecuencia del ataque. Y los científicos se muestran escépticos ante la posibilidad de que un dispositivo ultrasónico pueda ser el causante de algo así; según afirma Joseph Pompei, experto en psicoacústica del MIT, “tendrías que meter la cabeza en una piscina forrada con transductores ultrasónicos potentísimos”. Más: algunos diplomáticos afirman no haber sentido ningún ataque antes de la aparición de los síntomas, pero otros hablan de un repentino y fuerte ruido (otros de zumbido) que percibían únicamente mientras estaban en su cama, y que se convertía en absoluto silencio sólo con alejarse unos pocos metros.
Tampoco parece haber muchos avances a la hora de esclarecer la autoría: pese a que el gobierno cubano podría ser el sospechoso más obvio, la continuidad de la actividad diplomática en la isla (recientemente restaurada) se habría visto afectada si esa fuera la principal línea de investigación. Además, las últimas noticias señalan que habría también diplomáticos canadienses afectados (y Canadá mantiene desde hace décadas una buena relación con Cuba).
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